Tenía un buen trabajo al frente de una importante empresa en Ibarra, mi ciudad, era corresponsal de esa provincia para el noticiero 24 Horas de Teleamazonas, canal nacional, y estudiaba una maestría en Educomunicación en la Universidad Politécnica Salesiana.
¡Siempre haciendo varias cosas a la vez!
Vivía con mis padres, mi hermano y mi hija que en ese momento tenía 12 años y había crecido como una niña alegre y amorosa a pesar del divorcio ocurrido cuando ella tenía 3 años. Sin duda, el amor y la palabra lo curan todo
Intenté hablar y en lugar de eso balbuceaba. No lograba hacerme entender. Miré en la pared un calendario y, al leer, algo extraño ocurrió: no entendía el significado de las palabras. Me topé con una revista y lo mismo. No entendía lo que leía, no entendía lo que me decían, no podía hablar, no sentía nada.
En mi interior me daba cuenta de que todavía pensaba con claridad. Mi mente estaba bien, pero algo me había ocurrido.
Los médicos estuvieron de acuerdo en el diagnóstico: depresión mayor. Adicionalmente, el neurólogo concluyó que tenía lo que en ese entonces se llamaba: surmenage. Ahora se conoce como síndrome de burn out.
Sentía todo esto a pesar de las grandes dosis de medicamentos que después de unas semanas lograron devolverme al trabajo y a la vida cotidiana.
Recuperé todas mis funciones del cerebro y, aunque a veces me costaba encontrar las palabras, volví a hablar y a entender lo que leía y lo que me decían. Sin embargo, ya no tenía ganas de reír, no quería cantar ni escuchar música, no quería jugar con mi hija ni ver a mis amistades, no quería hablar con nadie ni salir de la casa. No tenía ánimo para nada.
Me sentía ausente. Me recuerdo en silencio y con la mirada perdida. Veía a mi hija y pensaba que debía vivir por ella. Sabía que no podía morirme. Mi hija era mí, mi más grande amor, mi tesoro; pero no encontraba ni la fuerza ni las ganas para seguir viviendo. La depresión no es una cuestión de voluntad.
Era como si en mi interior se había apagado la llama que enciende la vida e ilumina los sueños. Y en ese momento no sabía cómo encenderla de nuevo.
Por fortuna, una encantadora maestra cuyo nombre es único, SALUA, me recomendó ir a terapia. Cuando ella me lo planteó sentí como si me hubieran extendido la cuerda necesaria para salir de aquel pozo oscuro en el que me sentía helada y gris, por dentro y por fuera.
Acompañada por un Terapeuta Familiar Sistémico, logré armar el rompecabezas de mi vida y entender cómo había llegado hasta ese punto. Pude sanar mis heridas, recuperar el sentido de mi vida y hacer un giro de 180 grados. Fue un gran giro, un giro bueno.
Desde entonces, pensé que todo lo que yo había aprendido, todo aquello de lo que me había dado cuenta no puede ser algo que sólo se aprenda en los consultorios terapéuticos o que circule únicamente en los congresos de profesionales. Y fue así que mi corazón apasionado por la comunicación decidió que iba a contarles a todas las personas que quisieran escucharme, que existe una manera de vivir distinta a la del dolor y el sufrimiento.
Que las experiencias más duras, pueden ser sólo eso: experiencias, cuando tenemos la posibilidad de expresar lo que sentimos y nos dejamos apoyar; pero si callamos, enfermamos. Si nos guardamos las emociones, enferma el cuerpo y enferma el alma y podemos quedarnos atascados en eso mucho tiempo, perdiéndonos del amor y de la vida que siempre es un regalo.
Que no hay personas, ni parejas, ni familias perfectas pero que todos somos “perfectibles”, educables y podemos desaprender lo que no nos hace bien y aprender otras formas de pensar, de sentir y de actuar que nos permitan tener relaciones más sanas.
Y que, como padres y madres, tenemos el derecho y la obligación de cortar aquellas cadenas de sufrimiento que muchas veces repetimos inconscientemente; y educarnos para hacerlo mejor con nuestros hijos, honrando lo bello y lo bueno que hemos recibido de nuestros padres.
Que amarnos, aceptarnos y respetarnos de verdad, es el único camino posible para alcanzar la paz y el amor verdaderos y que, si hacemos bien esa tarea con nuestros hijos, estaremos entregando al mundo seres humanos más sanos y así podrán tener una mejor vida y mejores relaciones, por lo tanto, más alegría y bienestar.
Ésta es la esencia del mensaje que he venido transmitiendo en todos los escenarios que la vida me ha permitido.
Por mi formación periodística, primero en medios de comunicación, desde la dirección de la Radio de la Universidad San Francisco de Quito.
En Radio Sonorama, a nivel nacional, donde también fui directora general y en el programa “Adán sin Eva”, que estuvo al aire por 10 años en primer lugar de sintonía.
Y desde el 2009, que obtuve mi maestría en Terapia Familiar Sistémica, dedicada a atender consulta terapéutica individual, de parejas y familias, digamos que me convertí en una “comunicadora experta en temas de pareja, familia, comunicación y emociones”.
en el espacio semanal “Lo que Vivimos” junto a Michelle Oquendo Sánchez y su programa “Desde mi Visión”, en Radio Visión de Quito y Guayaquil. Donde comparto esta pasión-misión, desde enero de 2016.
O que me hayas visto respondiendo preguntas en el programa Café TV, de Ecuador TV, en mi segmento “Pregúntale a Gissela” en el que estuve por tres años.
O que hayas leído mi primer libro “Conéctese con sus hijos para que se desconecten de la red – cómo ser padres en la era digital”.
Quizás en algunas entrevistas en otros medios de comunicación.
O en alguna charla en una institución educativa.
Si hay algo que me apasiona y disfruto inmensamente son las charlas y talleres que comparto con grupos de personas, padres de familia, educadores, niños y adolescentes en empresas y en instituciones educativas.
Muchas, sin duda. Y hay algunas que no buscas y ¡te encuentran!
En el periodismo, en el año 2004, obtuve una beca de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano del Nobel Gabriel García Márquez y participé en el Primer Encuentro de Directores de Radio a nivel continental, en Cartagena de Indias, Colombia; representando al país.
Y en la misma condición, en el año 2005, fui invitada por el Estado de Israel al Encuentro Iberoamericano de Periodistas de Educación, Ciencia y Cultura, que se llevó a cabo en Jerusalem, Israel.
En el mundo de la Terapia Familiar Sistémica he participado como Invitada Especial en los Congresos Brasileros de Terapia Familiar organizados por la Asociación Brasilera de Terapia Familiar (ABRATEF) en Gramado, Rio Grande do Sul en 2016; en Rio de Janeiro 2018 y Goiás, Rio Quente para 2021.
En el año 2016, después del terremoto que sufrió el país, trabajé en la superación del estrés postraumático de más de 200 colaboradores de las empresas Fybeca y SanaSana en las ciudades de Manta y Portoviejo.
Y en el 2018 llevé a cabo y fui vocera del proyecto “Vidas con Propósito”. Una iniciativa de la Corporación GPF para el empoderamiento de la mujer, en el que trabajé con 1.300 niñas, 900 padres de familia y 70 educadores de la Unidad Educativa Santa Luisa de Marillac, de la Junta de Beneficencia de Guayaquil, para la prevención de la violencia y el abuso sexual. Adicionalmente, cerca de 5.000 personas recibieron ese mensaje en distintas provincias del país.
Cuando mi hija se fue a estudiar fuera del país y me quedé con “el nido vacío” se me movió el mundo. Mi mundo creado con ella y para ella. Sentí tristeza, ¿cómo no?.
Y la he vuelto a sentir, por supuesto, esa y todas las emociones. He tenido pérdidas y otros momentos difíciles, como todo el mundo. Ser terapeuta no te vuelve inmune ante la vida. Sin embargo, nunca más he vuelto al pozo frío. El cambio que perdura es cambio auténtico, y es un proceso que no termina nunca.
Ahora, ¡soy abuela feliz! La vida me dio un bendecido regalo. Mi Fiore amada, nació… ¡el mismo día en que yo cumplí 50 años! Y mi hija es una hermosa mamá, aprendiendo y creciendo también con su hija y su familia.
Trabajo en consulta y en mis nuevos libros, doy clases y conferencias, presenciales y online.
Dirijo RIMANA Escuela Sistémica del Ecuador. Escuela que fundé en 2017 para formar Asesores y Terapeutas Familiares Sistémicos; básicamente porque, como siempre digo, “hacen falta manos para ayudar a las familias”.
Anualmente asisto a los Congresos de la Red Europea y Latinoamericana de Escuelas Sistémicas RELATES, en los que, desde 2012, he presentado mis trabajos e investigación acerca de la violencia de género digital, los comportamientos sexuales de riesgo de niños, niñas y adolescentes en la red; y más recientemente, mi propuesta terapéutica llamada “Narrativa y Liberación Emocional”.
¡Siempre haciendo varias cosas a la vez! ¡Hay cosas que nunca cambian…!
Y, muy importante para mí…
Ahora trabajo en la posibilidad de multiplicar exponencialmente mi mensaje, a través de Internet: